lunes, 16 de diciembre de 2013

¡Feliz Navidad!

Hola amigos, amigas, y tú. Os he reunido de nuevo para comentaros algo que algunos ya sabréis.
Publico en este blog siempre que mi capacidad de concentración me lo permite. Por otro lado, ésta, mi memoria y mi tiempo libre rara vez coinciden, así que a veces las ideas llegan tan rápido como se van.
Y es por esto que os invito a que, si tenéis alguna sugerencia para posibles entradas, sois libres de comunicármelo mediante la caja de comentarios, o por cualquiera de los otros sitios donde seguro sabréis localizarme.
Dicho esto, os dejo esta vez con una entrada sobre esta fecha del año tan adorada por todos:

La Navidad.

En efecto, amigos, no hay nada como la Navidad. Esa época del año -porque sí, no nos engañemos, la Navidad ya es una época y no una celebración- cargada de ilusiones, luces de colores, inadaptados sociales que consiguen trabajo una vez al año como Papá Noel de centro comercial (mis respetos a todos ellos), abetos iluminados, y buenas intenciones. Muchas, muchas buenas intenciones.

Pero los tiempos cambian. Ahora mucha gente desaprueba la Navidad, y algunos de ellos lo argumentan con el hecho de que se trata de una festividad cristiana, y ellos no lo son. Pero no, eso no es más que una cortina de humo.
Porque cuando eres un niño, aunque no creas en la vida y milagros del niño Jesús, o aunque sepas que la mayoría de seres mitológicos de los que te hablaron tus padres no existen (el Ratoncito Perez, el Coco, el Hombre del Saco, Fraga, Papá Noel, el conejo de Pascua, Doraemon,...), aun así, escribes tu carta a Papá Noel porque sabes que has sido un niño bueno, y te mereces esos regalos que tanto quieres, porque para algo tiene que servir haberse portado bien todo el año.

Y empiezas a escribir tu carta:
Querido Papá Noel, ¿Qué tal has pasado este año?
Espero que muy bien. Yo he sido un niño muy bueno, he sacado muy buenas notas, hice caso a mamá y papá en todo lo que me dijeron, e incluso he aprendido a hacerme la cama.

Mi hermanito a veces se pone muy pesado, y alguna vez le he gritado, pero han sido muy pocas y en realidad le quiero.

Así que espero que este año me puedas traer esa bici roja tan chula que vi en el escaparate de aquella tienda hace dos años. Y también el último juego de los Power Rangers, y unas deportivas nuevas que las mías están desgastadas. Pero por favor, no te olvides de la bici.

Espero que te pases por aquí y que te gustaran los polvorones y la botella de Jack Daniels que te dejé el año pasado bajo el abeto y que te bebiste entera. Este año te dejaré otra.

Siempre tuya, Timmy.

Y mandas esa carta a Papá Noel con toda tu ilusión, y esperas cual perrete excitado esperando la hora del paseo hasta la mañana del día 25, para correr hasta el árbol de Navidad y descubrir que ese maldito gordo volvió a traerte un par de calcetines, una colonia que no usarás nunca, un jersey horrendo tejido por tu abuela con una hermosa cabeza de reno en todo el centro, y un par de juguetes que nunca supiste que existían.
Y tu odio hacia ese amable señor crece cuando días después, descubres que al desgraciado del hijo del vecino le trajeron una hermosa bici roja que ni siquiera se merece.

Y ese es un buen momento para odiar la Navidad. Pero no es así.
Empiezas a odiar la Navidad cuando caes en la cuenta de que lo realmente insoportable de estas fechas son:
*redoble de tambores*

La cena navideña.

"¡Genial! ¡Llegó la cena navideña! ¡Llevo todo el año deseando reunirme con esos miembros de la familia que no soporto y con los que no hablo en todo el año!"
- Nadie, nunca.

En serio, si quieres que alguien odie a otra persona, oblígale a cenar una vez al año con dicha persona, repitiendo cada año menú, temas de conversación, posición en la mesa e incluso acontecimientos incómodos que puedan suceder durante la noche.

Y por respeto a la gente que disfruta celebrando la cena navideña no profundizaré en este tema, porque podría dedicar un blog entero hablando de ese familiar que coge una botella de anís y empieza a rascarla con un tenedor PORQUE ESE MALDITO RUIDO INFERNAL LE GUSTA A TODO EL MUNDO, o ese otro familiar que le grita diciéndole que deje de comportarse como un crío, que está molestando a toda la familia con sus estupideces, o ese otro familiar que exclama "¡Dejad de discutir! ¡Es Navidad, en Navidad no se discute! ¡ESTÁIS MATANDO LA NAVIDAD!", o ese otro familiar que se duerme en el sofá y que provoca que nadie tenga permitido hacer el menor ruido PORQUE ES DE MUY MALA EDUCACIÓN HACER RUIDO CUANDO ALGUIEN DUERME DURANTE UNA CELEBRACIÓN.

Pero sí, definitivamente la cena navideña es el mejor evento inventado por el hombre después del suicido colectivo.

¡Salud, y feliz Hanukkah!

2 comentarios:

  1. Querido Papa Noel,
    Este año me he portado bastante bien, solo he tenido pensamientos impuros una vez cada tres segundos y... bueno, lo de los sueños húmedos no puedo controlarlos yo, supongo que se me perdonan.
    El caso es que este año quiero no tener que ir a la meretriz cena de navidad ni aguantar a sus inimitables invitados.
    Atentamente, Nadie, nunca.

    Por fin una entrada con la que estoy totalmente de acuerdo, de pé a pá.
    Feliz Navidad.

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